Hay una pregunta que se repite cada enero entre los motoristas de toda España, y especialmente entre los de Valladolid y alrededores:
¿A cuál voy este año, a Pingüinos o a La Leyenda Continúa?
Y es normal dudar. Ambas se celebran prácticamente a la vez, ambas apelan a ese espíritu de hermandad que solo se entiende cuando te bajas de la moto con los dedos helados y una sonrisa de oreja a oreja, y ambas presumen de mantener viva la esencia del mototurismo invernal.
Pero aunque comparten alma, cada una tiene su propio carácter. Y te lo dice alguien que ha estado en las dos, que ha pasado noches gélidas tanto en Puente Duero como en Cantalejo, que ha bebido caldos humeantes junto a una hoguera y ha escuchado rugir motos bajo la luna castellana.
Así que si estás dudando dónde plantar tu tienda este invierno, déjame contarte cómo es realmente cada una, qué las une, qué las separa y qué te vas a encontrar según vengas de un lado o del otro.
Hay una cosa que está clara, el que es pingüinero, es pingüinero, y el que el leyendero, es leyendero, y a estos no les vas a hacer cambiar de opinión. Pero hay compañeros que dudan o quieren probar algo nuevo, comparar ambientes y vivir experiencias nuevas, porque si bien ambas concentraciones están cortadas por el mismo patrón, no en vano ambas han salido de la misma cabeza, no deja de ser cierto también que ambas tienen sus cosas particulares que hacen que haya diferencia, y es aquí donde vamos a centrarnos, en ver qué nos ofrece cada evento.
Mi experiencia personal
¿He estado en las dos? Si, pero con una diferencia de 10 a 1, Soy «pingüinero cerrao», lo reconozco, no obstante me consiguieron convencer a un par de amigos para acercarnos a Cantalejo el sábado de la 2019, si no recuerdo mal, a ver que se cocía por el pinar segoviano y vivir la experiencia. Aquel día fue intenso, porque hicimos el desfile de banderas de Pingüinos y directamente nos fuimos a comer a Cantalejo. Acabé bastante cansado, la verdad, pero mereció la pena.
La Leyenda me recordó a aquellos primeros años de Pingüinos, esos en los que no tenía ni carnet de coche y nos acercábamos 4 en el R19 de un colega al pinar de Boecillo y nos colábamos a tomar cacharros en las carpas y jalear a los hacían cortes y quemaban rueda.
Con la obvia diferencia que da el tiempo y la madurez, en La Leyenda te encuentras aquel ambiente más familiar, ese pinar, ese salir con olor a madera quemada impregnado en la ropa y una camaradería, que si, ves también en Pingüinos, pero es menos parque de atracciones y todo como más cercano.
Dos concentraciones, una misma raíz
Tanto Pingüinos como La Leyenda Continúa nacen del mismo tronco: el espíritu de aquellos motoristas que hace décadas decidieron desafiar el frío para reunirse en mitad de enero y celebrar su pasión por la moto, sin importar la temperatura ni el asfalto helado.
Pingüinos fue la original, la que puso a Valladolid en el mapa motero internacional. Con el paso del tiempo y tras ciertas diferencias organizativas, parte del equipo y muchos asistentes se trasladaron a Cantalejo (Segovia) para crear La Leyenda Continúa, manteniendo la esencia original: el compañerismo, las hogueras, las rutas y ese ambiente que solo se respira en las concentraciones de invierno.
Hoy, ambas son herederas del mismo espíritu. Pingüinos representa la tradición vallisoletana que no se rinde, mientras que La Leyenda Continúa simboliza la llama de aquellos que quisieron seguir otro camino sin perder el sentido motero original.
Pingüinos: la gran concentración invernal
Puente Duero, a las afueras de Valladolid, se convierte cada enero en una ciudad motera. Miles de motoristas llegan desde toda Europa para participar en la concentración que, con justicia, presume de ser “la mayor concentración invernal del mundo”.
Aquí todo es a lo grande: el recinto, las carpas, los conciertos, el desfile de antorchas, el ambiente nocturno y la organización. Pingüinos es el lugar perfecto si te gusta la multitud, si disfrutas de ver motos de todos los estilos y matrículas, si quieres sentir ese zumbido constante de motores mezclado con olor a leña y chorizo asado.
Hay una energía especial en Pingüinos, algo que te hace sentir que formas parte de algo enorme. En sus mejores años ha superado las 30.000 motos, y eso se nota en cada rincón: desde la entrada hasta el desfile por Valladolid, donde las calles se llenan de gente animando a los motoristas.
Eso sí, también hay que reconocerlo: Pingüinos es más masivo, más festivalero, más de espectáculo y bullicio. Si lo tuyo es el plan más tranquilo y familiar, puede que te satures un poco. Pero si quieres vibrar con la multitud y sentirte dentro de un evento legendario, es tu sitio.
La Leyenda Continúa: la concentración que cuida la esencia
A unos 90 kilómetros de allí, Cantalejo (Segovia) acoge La Leyenda Continúa. Más pequeña, más íntima y con un aire más “de los de antes”.
No hay grandes escenarios ni miles de luces, pero hay algo que muchos motoristas valoran más: la cercanía y la autenticidad.
Aquí las hogueras son el punto de encuentro, las historias se cuentan cara a cara y el frío se combate con vino caliente, sopa castellana y buen humor. El ambiente es más de hermandad que de multitud.
Se hacen rutas organizadas por los pueblos cercanos —Sacramenia, Turégano, Sepúlveda—, se entregan premios a los veteranos y hay charlas moteras que recuerdan que esto va más de personas que de cifras.
La organización es más pequeña, sí, pero también más personal. Te saludan, te reconocen de un año para otro y se respira ese espíritu de resistencia: el de los motoristas que creen que la verdadera leyenda está en seguir saliendo, haga el frío que haga.
Diferencias y similitudes
| Aspecto | Pingüinos (Puente Duero, Valladolid) | La Leyenda Continúa (Cantalejo, Segovia) |
|---|---|---|
| Ambiente | Masivo, internacional, bullicioso | Familiar, cercano, motero clásico |
| Tamaño | Miles de motos, gran infraestructura | Más reducido, más humano |
| Actividades | Conciertos, desfiles, exhibiciones | Rutas, charlas, homenajes |
| Estilo | Festival de invierno | Encuentro mototurista |
| Enfoque | Celebrar el espectáculo | Mantener la esencia |
| Clima y entorno | Más urbano, cerca de la ciudad | Más rural, rodeado de pinares |
| Sensación general | Energía, ruido, fiesta | Calma, camaradería, historia |
Si siempre has ido a Pingüinos y te planteas probar La Leyenda…
Vas a notar que todo ocurre a otra escala. No hay tanta multitud ni tanto escenario, pero vas a descubrir algo que te puede enganchar: el trato personal. Te vas a encontrar con motoristas que llevan años haciendo rutas invernales, con historias de carretera que valen oro. Las hogueras se convierten en tertulias improvisadas, y el vino corre sin prisas.
Además, Cantalejo y su entorno ofrecen una belleza castellana que sorprende: pueblos de piedra, rutas entre pinares, y esa sensación de estar en mitad de la nada, donde el frío cala pero también une.
Eso sí: si eres de los que necesitan conciertos y ruido constante, quizá te falte algo de “fiesta”. Pero si lo que quieres es reconectar con el espíritu original de las concentraciones moteras, La Leyenda te va a enamorar.
Y si eres de La Leyenda pero te pica la curiosidad por Pingüinos…
Prepárate para algo completamente distinto. Pingüinos es la cara más mediática del invierno motero, y vale la pena vivirlo al menos una vez. El desfile de antorchas por Valladolid es impresionante, los conciertos montan un ambientazo, y ver miles de motos reunidas al caer la noche te pone los pelos de punta.
Eso sí: tendrás que adaptarte al ruido, a las colas y al hecho de que en un recinto tan grande es fácil sentirse uno más entre la multitud. Pero si vas con amigos, si te dejas llevar por el ambiente y no te importa dormir menos y reír más, te lo vas a pasar de cine.
En resumen: dos almas, una pasión
Pingüinos y La Leyenda Continúa no compiten, se complementan.
Una es la concentración de masas, la otra la de espíritu. Una ofrece espectáculo y comunidad internacional, la otra tradición y cercanía.
Ambas comparten el mismo fuego, el mismo olor a gasolina y a leña, y la misma promesa: que mientras haya motoristas dispuestos a pasar frío por pasión, la leyenda —y los pingüinos— continuarán.
Así que, si tienes que elegir… no lo hagas por costumbre ni por fidelidad, sino por lo que te pide el cuerpo este año:
¿quieres fiesta y multitud, o silencio y hoguera?
En cualquiera de las dos, te aseguro que encontrarás lo mismo: hermandad sobre dos ruedas y un recuerdo que durará hasta el próximo invierno. Ah, y guarda algo de energía para Motauros, que es el finde siguiente y merece la pena acercarse a Tordesillas a vivir más ambiente motero.


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